El 7 de octubre de 1996 Gabriel
García Márquez habló para la Sociedad Interamericana de Prensa sobre la
situación académica actual y pasada del periodismo. Probablemente cuando
terminó su discurso la sala estalló en aplausos, aunque estoy de acuerdo con
muchas de las ideas que expone yo no pienso aplaudirlo.
Nos habla de cómo era el
periodismo cuando él era joven y estaba aprendiendo. Lo pinta todo muy bien; eran
entusiastas, estaban llenos de ilusión, juntos charlaban sobre el oficio… que
como ellos decían, era “el mejor oficio del mundo”. También comenta que “se
aprendía en el cafetín de enfrente”. Sí, todo esto suena muy bien pero dudo
mucho que las reglas gramáticas y ortográficas se aprendan debidamente en ese
cafetín. García Márquez probablemente opine que eso no es lo que importa, lo
que importa es amar el periodismo y poner todas tus ganas e ilusión. Tiene
razón, pero no me parece suficiente.
También comenta que Alberto
Lleras Camargo llegó a ser presidente sin ni siquiera bachiller; por un lado no
creo que ser presidente sea prueba suficiente como para defender su postura, en los días que vivimos ser
presidente no va de la mano a ser culto o inteligente. Por otro lado el mensaje
que parece querer darnos es “no a la educación”, según él todo era mejor y más
feliz cuando no se formaba a los periodistas en universidades.
Respecto a algunas ideas sobre la
formación actual estoy de acuerdo, pues es cierto que “prima un afán de
protagonismo” entre los jóvenes que salen de las academias, aunque me sorprende
que ese afán no estuviera presente hace cincuenta años, en ese ambiente humilde
del que él habla. Lo que es totalmente cierto es que prima lo informativo sobre
lo formativo. Aunque realmente esto no ocurre solo en el periodismo, sino en
todos los ámbitos educativos.
Es por eso que en lo que respecta
a la educación puedo pensar igual que él y me parece adecuada y respetable su
iniciativa de volver al sistema primario de enseñanza, aunque resulta difícil creer
que pueda conseguir algo así. Lo que menos me gusta del discurso realmente es
el desprecio que se hace notar en algunos comentarios sobre los estudiantes de
la actualidad, que más podríamos querer nosotros aparte de esa forma humilde de
poder aprender. Simplemente no es posible y debemos adaptarnos y hacer lo mejor
que podamos con lo que se nos da.