jueves, 24 de septiembre de 2015

Comentario sobre EL MEJOR OFICIO DEL MUNDO


El 7 de octubre de 1996 Gabriel García Márquez habló para la Sociedad Interamericana de Prensa sobre la situación académica actual y pasada del periodismo. Probablemente cuando terminó su discurso la sala estalló en aplausos, aunque estoy de acuerdo con muchas de las ideas que expone yo no pienso aplaudirlo.

Nos habla de cómo era el periodismo cuando él era joven y estaba aprendiendo. Lo pinta todo muy bien; eran entusiastas, estaban llenos de ilusión, juntos charlaban sobre el oficio… que como ellos decían, era “el mejor oficio del mundo”. También comenta que “se aprendía en el cafetín de enfrente”. Sí, todo esto suena muy bien pero dudo mucho que las reglas gramáticas y ortográficas se aprendan debidamente en ese cafetín. García Márquez probablemente opine que eso no es lo que importa, lo que importa es amar el periodismo y poner todas tus ganas e ilusión. Tiene razón, pero no me parece suficiente.

También comenta que Alberto Lleras Camargo llegó a ser presidente sin ni siquiera bachiller; por un lado no creo que ser presidente sea prueba suficiente como para  defender su postura, en los días que vivimos ser presidente no va de la mano a ser culto o inteligente. Por otro lado el mensaje que parece querer darnos es “no a la educación”, según él todo era mejor y más feliz cuando no se formaba a los periodistas en universidades.

Respecto a algunas ideas sobre la formación actual estoy de acuerdo, pues es cierto que “prima un afán de protagonismo” entre los jóvenes que salen de las academias, aunque me sorprende que ese afán no estuviera presente hace cincuenta años, en ese ambiente humilde del que él habla. Lo que es totalmente cierto es que prima lo informativo sobre lo formativo. Aunque realmente esto no ocurre solo en el periodismo, sino en todos los ámbitos educativos.

Es por eso que en lo que respecta a la educación puedo pensar igual que él y me parece adecuada y respetable su iniciativa de volver al sistema primario de enseñanza, aunque resulta difícil creer que pueda conseguir algo así. Lo que menos me gusta del discurso realmente es el desprecio que se hace notar en algunos comentarios sobre los estudiantes de la actualidad, que más podríamos querer nosotros aparte de esa forma humilde de poder aprender. Simplemente no es posible y debemos adaptarnos y hacer lo mejor que podamos con lo que se nos da.

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